Vamos a hablar de un hongo capaz de provocar uno de los mayores placeres que puede sentir un aficionado a la búsqueda de setas. Y es que son difíciles de igualar las sensaciones de divisar su cabeza roja a una cierta distancia, acercarte sabiendo lo que te espera y, sobre todo, escarbar en la tierra para rodear su pie, comprobar que es tan ancho como su cabeza y rodearle con una o las dos manos palpando su fuerte consistencia, alejando el fantasma de que pudieras haberlo confundido con otra especie. Cuando esto sucede, no cabe duda: Nos encontramos ante el fantástico Boletus pinophilus.