Hablar de popularidad refiriéndonos al mundo de las setas y aplicándolo al ámbito geográfico de nuestras Sierras, no es realmente hablar de algo muy importante. Ya dijimos en otro artículo, titulado La leyenda negra de la seta de los caballeros, que nuestra zona se ha encontrado históricamente en la parte micófoba (con escaso interés por las setas) de España, por otro lado mucho más amplia que la micófila (lo contrario). Para entendernos, esto significa que una reacción normal para uno de nuestros mayores ante la contemplación de un Boletus edulis, pongamos por caso, podría haber sido aplicar al hecho la más completa indiferencia o, incluso, no contener las ganas de disparar un penalti. Desde luego, jamás habría pensado en comérselo, ni siquiera en plantearse si podría ser comestible.
Todos sabemos que las
cosas hoy en día son muy distintas. Pero la realidad era esta, por mucho que
digan algunos, y salvando las excepciones que más abajo comentaremos, hasta
hace no muchos años. Obviamente, estamos generalizando y no cometeremos el
error de no decir también que en la España micófoba siempre ha habido personas
micófilas e incluso micólogas, en el sentido más académico de la palabra.