Maximiliano Cava Marco tiene 94 años de edad. Jubilado desde hace mucho tiempo, tenía contraída una deuda consigo mismo y con sus allegados. Esta ha quedado saldada en el momento en el que sus cuadernos manuscritos, confeccionados desde que se jubiló, y que relatan los recuerdos de su vida, han visto la luz en el verano de 2014 en forma de un libro titulado Casi un siglo de vida. Memorias de un jubilado autodidacta, nacido en Masegosa (Cuenca).
Vista de Masegosa |
Sus sobrinos Joaquín Esteban Cava y Salvador F. Cava se han ocupado de la corrección de los originales, edición y publicación de la obra. La corrección era necesaria para trasladar la escritura automática de Maximiliano Cava, que en el primer párrafo del libro explica que prácticamente no recibió formación escolar, al lenguaje gramaticalmente correcto de la publicación.
Es este el primer gran valor del libro. Estamos leyendo las memorias de una persona, tal y como el propio título reza, autodidacta. Ciertamente, autodidacta en cuanto a formación académica se refiere, porque si hablamos de experiencias vitales o de sencillez y naturalidad, supremo y último fin de la cultura según Nietzsche, Maximiliano Cava adquiere una categoría que le permite escribir un libro que muestra a la perfección cómo ha sido su primer “casi un siglo” de vida.
Dice el autor en la solapa del libro que espera que ningún lector se considere ofendido por lo que en el mismo pueda encontrar. No me parece fácil que alguno lo haga, ante todo dada la humildad de la redacción, virtud esta muy consolidada en la gente serrana de su generación.
El libro explica con toda claridad lo terriblemente duro de los tiempos que a Maximiliano Cava le tocó vivir hasta casi su jubilación. Temas como la educación escolar (o mejor la ausencia de la misma), la guerra civil, las enfermedades que no se curaban adecuadamente a los aldeanos, el servicio militar de tres años y medio en Marruecos, el sometimiento de la gente de su comarca a reglas impuestas por poderes desconocedores de la realidad serrana o simplemente abusivas, o la necesidad de emigrar, son expuestos tal y como sucedieron, sin crítica ni acritud, como si un periodista independiente fuese el redactor. Más que de humildad, en asuntos en los que hasta los independientes podrían señalar culpables, o al menos recalcar las injusticias, Maximiliano Cava muestra resignación, otra virtud serrana, quedando para el lector las valoraciones de los hechos.
Y las valoraciones son muy claras para cualquiera que lea el libro y conozca mínimamente la cultura serrana. Maximiliano Cava no engaña, no se inventa nada y, con toda seguridad, a su edad tendrá la satisfacción que proporciona el deber cumplido. La reflexión que a mí me queda pasa por la admiración a las gentes como él, que han llevado vidas realmente sufridas, físicamente sufridas, y por no acabar de comprender cómo es posible que esas injusticias, ribeteadas con filigranas del siglo XXI, sigan ahí, condenando a muchos pueblos como Masegosa, antes o después, a su extinción. Seguro que ahora el sufrimiento no es tan físico como en los tiempos de la juventud de Maximiliano Cava, pero no por ello los problemas dejan de ser parecidos a los de hace casi cien años.
Desde mi punto de vista, la mejor enseñanza que cualquier persona integrante de alguna generación más reciente que la de Maximiliano Cava podría sacar de este libro es importante, simple y alarmante. En aquellos tiempos existía resignación pero faltaba información. Hoy día hay información y con ella, dado que las cosas siguen más o menos igual, seguramente la resignación se convierte en desidia y la virtud en defecto.
El libro se dejar leer con mucha facilidad. Junto a los hechos más duros ya referidos se incluyen otros mucho más amables como la descripción de las distintas fiestas que se celebraban, las ceremonias y ritos religiosos, la matanza u otras. El texto es ameno y está plagado de interesantes anécdotas, curiosidades y explicaciones de las cosas más cotidianas que sucedían, sobre todo, en los años más jóvenes del autor.
Maximiliano Cava no olvida nada ni a nadie. El libro contiene un auténtico compendio geográfico de Masegosa. Tirando de su memoria relaciona las fuentes, los parajes o las tinadas de su término municipal. Dado que este tipo de información está en peligro de extinción, es muy valiosa esta aportación. También tiene un recuerdo para muchas personas nacidas en Masegosa, incluso durante el siglo XIX.
No puedo dejar de hacer un comentario sobre el paralelismo que observo entre este libro y otro que comentamos en PuraSierra hace pocos meses. Se trata de la novela 8 días a la semana. Una vida por los Montes Universales, cuyo autor es Ricardo Herranz Peris. El protagonista de la misma es su abuelo Marcelino, nacido en Griegos, provincia de Teruel (a menos de treinta kilómetros de vuelo de pájaro desde Masegosa) unos diez años antes que Maximiliano Cava, correspondiendo la obra al relato fiel de su vida. Curiosamente, y ni mucho menos acaban aquí las coincidencias, Ricardo Herranz desarrolló su trabajo a partir de unos manuscritos sobre la vida de su abuelo que este escribió después de jubilarse.
Sorprende comparar la vida de estas dos personas. En su esencia, ambas son calcadas. El hecho de haber nacido en lo más profundo de Sierras tan aisladas, tan solitarias, tan atrasadas, tan mal administradas y tan rigurosas en lo climático, marcó el destino de ambos hasta tal punto que son casi anecdóticos los pasajes que diferencian sus existencias. Punto por punto a lo largo de ambas vidas aparecen las mismas problemáticas, siendo sus resoluciones muy paralelas.
Aparte de lo insólito de la existencia de dos libros publicados casi a la vez, correspondientes a zonas geográficas tan cercanas y con temáticas idénticas, salvando que uno es de memorias y el otro es una novela, me refiero aquí al libro de Ricardo Herranz como demostración, una vez más, de lo difuso y artificial de ciertas fronteras. Cualquiera que lea ambos libros, ejercicio muy recomendable en mi opinión, observará que la vida, y por lo tanto la cultura, a ambos lados de los límites provinciales, al menos en la época de los protagonistas, era prácticamente la misma.
Resumiendo, y a modo de conclusión, el libro de Maximiliano Cava es más que recomendable para quién quiera conocer cómo vivían los serranos no hace tanto tiempo. En realidad podría decirse, con más precisión, cómo vivían hasta hace nada, dado que durante siglos la vida cambió de forma muy escasa. Hace muy poco que han llegado los cambios importantes y, sin embargo, los problemas de ahora no son muy diferentes de los de toda la vida.
Maximiliano Cava no olvida nada ni a nadie. El libro contiene un auténtico compendio geográfico de Masegosa. Tirando de su memoria relaciona las fuentes, los parajes o las tinadas de su término municipal. Dado que este tipo de información está en peligro de extinción, es muy valiosa esta aportación. También tiene un recuerdo para muchas personas nacidas en Masegosa, incluso durante el siglo XIX.
No puedo dejar de hacer un comentario sobre el paralelismo que observo entre este libro y otro que comentamos en PuraSierra hace pocos meses. Se trata de la novela 8 días a la semana. Una vida por los Montes Universales, cuyo autor es Ricardo Herranz Peris. El protagonista de la misma es su abuelo Marcelino, nacido en Griegos, provincia de Teruel (a menos de treinta kilómetros de vuelo de pájaro desde Masegosa) unos diez años antes que Maximiliano Cava, correspondiendo la obra al relato fiel de su vida. Curiosamente, y ni mucho menos acaban aquí las coincidencias, Ricardo Herranz desarrolló su trabajo a partir de unos manuscritos sobre la vida de su abuelo que este escribió después de jubilarse.
Sorprende comparar la vida de estas dos personas. En su esencia, ambas son calcadas. El hecho de haber nacido en lo más profundo de Sierras tan aisladas, tan solitarias, tan atrasadas, tan mal administradas y tan rigurosas en lo climático, marcó el destino de ambos hasta tal punto que son casi anecdóticos los pasajes que diferencian sus existencias. Punto por punto a lo largo de ambas vidas aparecen las mismas problemáticas, siendo sus resoluciones muy paralelas.
Aparte de lo insólito de la existencia de dos libros publicados casi a la vez, correspondientes a zonas geográficas tan cercanas y con temáticas idénticas, salvando que uno es de memorias y el otro es una novela, me refiero aquí al libro de Ricardo Herranz como demostración, una vez más, de lo difuso y artificial de ciertas fronteras. Cualquiera que lea ambos libros, ejercicio muy recomendable en mi opinión, observará que la vida, y por lo tanto la cultura, a ambos lados de los límites provinciales, al menos en la época de los protagonistas, era prácticamente la misma.
Resumiendo, y a modo de conclusión, el libro de Maximiliano Cava es más que recomendable para quién quiera conocer cómo vivían los serranos no hace tanto tiempo. En realidad podría decirse, con más precisión, cómo vivían hasta hace nada, dado que durante siglos la vida cambió de forma muy escasa. Hace muy poco que han llegado los cambios importantes y, sin embargo, los problemas de ahora no son muy diferentes de los de toda la vida.
El Brezal (Masegosa) |
Pulsa este botón si quieres este artículo en formato PDF |
Pulsa este botón si quieres una suscripción gratuita a PuraSierra |
No se puede expresar mejor de lo que lo ha hecho el autor de este artículo.
ResponderEliminarSomos lo que somos, por lo que hicieron y fueron nuestros antepasados
Me ha encantado esta entrada y me interesaré por el libro. Gracias por la recomendación. Un fuerte abrazo y felices fiestas ;)
ResponderEliminarAsumo los dos comentarios hechos más arriba. Soy uno de los sobrinos que hemos editado estas memorias, procurando modificar solo lo elemental de su estilo de redacción para que tenga claridad gramatical. Nosotros no hemos sido capaces de presentar mejor el libro. Gracias.
ResponderEliminarOpino que la generación de Maximiliano, que les robaron la juventud entre guerra y posguerra; trabajaron duramente para espantar el hambre; y luego, cuando empezaban a salir adelante, cambiaron los modos de producción y se vieron obligados a emigrar, nos han legado muchos años de progreso y libertad construidos sin odios ni revanchismos. Veremos si las generaciones que les sucedemos sabremos estar a su altura.
Me gustaría comprar el libro de Maximiliano. Me podríais decir donde o cual es la editorial.
ResponderEliminarGracias
El libro está editado y publicado por Joaquín Esteban Cava y Salvador F. Cava.
EliminarYo lo compré en la Librería Evangelio (Plaza de la Hispanidad, 1) de Cuenca (teléfono 969 212 181). Desconozco si lo habrá en alguna otra librería conquense.