Nuestras Sierras nunca han estado demasiado presentes, ni en prosa ni en verso, en las grandes obras de la literatura española. Como es lógico, su aislamiento es la razón más importante de que así sea.
Sin embargo existen excepciones y entre los más grandes autores, algunos de los que han tenido ocasión de disfrutar de estas tierras han acabado glosándolas.
En esta ocasión nos hemos centrado en la poesía y hemos seleccionado tres composiciones de tres autores más que conocidos, nacidos lejos de los Montes Universales, todas referidas a lugares de la zona PuraSierra.
Poca presentación precisan Gerardo Diego, Federico García Lorca y José Antonio Labordeta, a los que nos vamos a referir. Cántabro, andaluz y aragonés de Zaragoza respectivamente, todos visitaron en alguna ocasión, más o menos documentada según el caso, este rincón de España. A todos, además, hubo algo que les inspiró la composición de algún poema.
Gerardo Diego visitó Cuenca en bastantes ocasiones. Tenía amigos conquenses, interés en la ciudad y su entorno e incluso parientes en algún pueblo serrano (al menos en una ocasión estuvo en Cañete y existe algún poema suyo que lo recuerda). Entre las obras que escribió relacionadas son estos viajes, el poema Romance del Júcar es seguramente el más conocido junto con otro, paralelo, relativo al río Huécar.
Federico García Lorca visitó Cuenca al menos en una ocasión (en 1932). Es posible que lo hiciera en otras pero los expertos no acaban de tenerlo claro. Tampoco lo es el hecho de que en ese viaje acudiera a la Ciudad Encantada. Lo que es cierto es que muchos años más tarde, en 1984, el diario ABC publicó los que han venido a ser conocidos como Sonetos del amor oscuro. Entre esos once sonetos existe uno titulado El poeta pregunta a su amor por la Ciudad Encantada de Cuenca que refleja perfectamente la esencia serrana.
José Antonio Labordeta, el más cercano en el tiempo de los tres autores, es más conocido como cantautor y político que como vate. Sin embargo tiene una importante obra poética, anterior a cualquier otra suya de las más conocidas. El siempre sostuvo que sus canciones eran poemas musicalizados. Muy viajado, conoció perfectamente nuestras Sierras, en particular la parte aragonesa, de la cual se ocupó como político. El poema Todos los Santos en Albarracín fue inspirado por ese maravilloso pueblo.
José Antonio Labordeta, el más cercano en el tiempo de los tres autores, es más conocido como cantautor y político que como vate. Sin embargo tiene una importante obra poética, anterior a cualquier otra suya de las más conocidas. El siempre sostuvo que sus canciones eran poemas musicalizados. Muy viajado, conoció perfectamente nuestras Sierras, en particular la parte aragonesa, de la cual se ocupó como político. El poema Todos los Santos en Albarracín fue inspirado por ese maravilloso pueblo.
Tres grandes poetas españoles de la edad contemporánea, tres estilos muy diferentes y tres poemas que reproducimos a continuación:
Romance del Júcar
Gerardo Diego (1926)
A mi primo Rosendo
Agua verde, verde, verde,
agua encantada del Júcar,
verde del pinar serrano
que casi te vio en la cuna
-bosques de san sebastianes
en la serranía oscura,
que por el costado herido
resinas de oro rezuman-;
verde de corpiños verdes,
ojos verdes, verdes lunas,
de las colmenas, palacios
menores de la dulzura,
y verde -rubor temprano
que te asoma a las espumas-
de soñar, soñar -tan niña-
con mediterráneas nupcias.
Álamos, y cuántos álamos
se suicidan por tu culpa,
rompiendo cristales verdes
de tu verde, verde urna.
Cuenca, toda de plata,
quiere en ti verse desnuda,
y se estira, de puntillas,
sobre sus treinta columnas.
No pienses tanto en tus bodas,
no pienses, agua del Júcar,
que de tan verde te añilas,
te amoratas y te azulas.
No te pintes ya tan pronto
colores que no son tuyas.
Tus labios sabrán a sal,
tus pechos sabrán a azúcar
cuando de tan verde, verde,
¿dónde corpiños y lunas,
pinos, álamos y torres
y sueños del alto Júcar?
El poeta pregunta a su amor por la Ciudad Encantada de Cuenca
Federico García Lorca (1936)
¿Te gustó la ciudad que gota a gota
labró el agua en el centro de los pinos?
¿Viste sueños y rostros y caminos
y muros de dolor que el aire azota?
¿Viste la grieta azul de luna rota
que el Júcar moja de cristal y trinos?
¿Han besado tus dedos los espinos
que coronan de amor piedra remota?
¿Te acordaste de mí cuando subías
al silencio que sufre la serpiente,
prisionera de grillos y de umbrías?
¿No viste por el aire transparente
una dalia de penas y alegrías
¿Te gustó la ciudad que gota a gota
labró el agua en el centro de los pinos?
¿Viste sueños y rostros y caminos
y muros de dolor que el aire azota?
¿Viste la grieta azul de luna rota
que el Júcar moja de cristal y trinos?
¿Han besado tus dedos los espinos
que coronan de amor piedra remota?
¿Te acordaste de mí cuando subías
al silencio que sufre la serpiente,
prisionera de grillos y de umbrías?
¿No viste por el aire transparente
una dalia de penas y alegrías
que te mandó mi corazón caliente?
José Antonio Labordeta (1965)
Silenciosa la anciana
reza en tu cementerio. Corre la
niña.
El cielo está pendiente de la roca.
Aire sobre la muralla,
detenido,
como un lamento,
como una larga frase derrumbada.
Guadalaviar torcido, ausente,
lames, ceremonioso, la roca
que desciende.
Albarracín,
quilla de piedra,
rojo penacho de cuestas y de
arcadas,
sobre ti duerme el tiempo,
sólo pervive el agua.
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Me ha parecido muy interesante, mezclar serranía con poesia.
ResponderEliminarDestaco estos párrafos que me han gustado:
Cuenca, toda de plata,
quiere en ti verse desnuda,
y se estira, de puntillas,
sobre sus treinta columnas.
Artículo original: http://www.purasierra.com/2014/11/poesia-serrana.html?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+Purasierra+%28PuraSierra%29
© PuraSierra
¿Viste la grieta azul de luna rota
que el Júcar moja de cristal y trinos?
¿Han besado tus dedos los espinos
que coronan de amor piedra remota?
Artículo original: http://www.purasierra.com/2014/11/poesia-serrana.html?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+Purasierra+%28PuraSierra%29
© PuraSierra
Tambien Alfredo Marqueríe cantó al Ventano del Diablo:
ResponderEliminarEsqueleto geológico
sobre el abismo,
para subirse en él
y arrojarse al vacío
y acabar de una vez
con todo y uno mismo.
(No es el viento el que habla
¡es el ángel maligno!)
Dice el viento al oído:
"Länzate desde aquí,
pero no como Ïcaro
con las alas de cera
derretidas del mito,
sino valientemente,
a cuerpo limpio".
Ventano del Diablo,(por si alguien no lo sabe) está en la carretera de Cuenca a Tragacete,entre Villalba de la Sierra y Uña,un paraje espectacular,como casi todos por éstas tierras.
ResponderEliminarUn saludo.
Me ha encantado este post; como siempre un placer pasear por tu bitácora. Un abrazo ;)
ResponderEliminarMuchas gracias Óscar. Seguimos en la brecha,
EliminarRÍO ESCABAS
ResponderEliminarA Mari y Antonio Merchante
Roza la palidez vencida de los sauces sus aguas;
baja lleno de sombras
que mi alma conoce. Yo lo recuerdo ahora, lento,
por las umbrías; en el atardecer: cuando deja
el olor inundado de las sábanas húmedas por entre los olivos.
Tiene la vieja luz de los nogales,
el resplandor descalzo de los suelos sagrados
donde oscuros aromas de maderas mojadas
habitan su penumbra. Entre el olor amargo
de los mimbres aún verdes y la lluvia, teje la claridad áspera
de la higuera su perfume dormido.
Lo ha estado haciendo el tiempo. En lo más hondo
de mi vida lo veo, deja
sobre mi soledad el sabor agridulce
de los viejos metales, un profundo silencio
de vegetal cortado. ¡Qué noches encendidas de música
han desvelado a mi alma! ¡Qué paraíso de sonidos la incendian!
En sus riberas silba
la luz fría del alba en la serpiente, y habitan sus palacios venenosos las víboras.
Lo recuerdo en los huertos
de la hoz, levantando
sus gozosos altares; o en sus púlpitos verdes
donde los lirios, solos, sobre los zopeteros, se incendian en las aguas
rodeados de espadas vegetales y sombras.
En él arden la zarza y el espino, mañanas con las flores
que de niños pisábamos. Nos dejaban sus aguas
el húmedo silencio de las alfarerías
y las fuentes; lo subían al pueblo nuestros ojos mojados. ¡Oh,
río que al recordarlo se detiene
en aquella mañana cuando, junio, radiante, desnudaba
los cuerpos más hermosos y, a escondidas, olíamos sus ropas
pues en ellas quedaban, todavía, los cuerpos,
tibiamente encendidos por secretos aromas!
Anduve toda la tarde solo, como ahora estas calles
donde el tiempo se adhiere a sus cenizas lívidas.
Quiero ir a su lado; habitar su silencio de nave abandonada.
Hasta mi alma sola, llega su olor a invierno en los membrillos.
Llévate tú mi noche entre las aguas;
la solitaria noche por la que oigo mis pasos
que no saben hallarte, ¡oh río donde el cielo se hunde,
reflejado y altísimo,
como un oscuro pájaro al que llaman las sombras!
JIMÉNEZ, DIEGO JESÚS
He descubierto hoy Pura Sierra y, navegando, navegando, he llegado hasta aquí y me ha parecido oportuno traer este poema. Si no procede se quita y no pasa nada.
ResponderEliminarTambién he visto la polémica sobre el lobo y otras cosicas. Ya os iré haciendo aportaciones por si os interesan sobre setas, lobos, osos,...De momento mis felicitaciones por el alto nivel de los contenidos y la página en general: fotos, reportajes, opiniones, etc.
Bienvenido Ignacio y muchas gracias por esos comentarios. El poema no es que sea oportuno; es sencillamente sensacional y habla de algo que me es mucho más cercano y querido que cualquiera de los tres incluidos en el artículo: el río Escabas. Seguramente Diego Jesús Jiménez merece mucho más reconocimiento del que tiene, sobre todo en esta tierra a la que él tanto quiso.
EliminarEncantado de recibir cualquier tipo de colaboración que se te ocurra. El único objetivo de este Blog es ofrecer contenidos de calidad sobre nuestros queridos Montes Universales (es como prefiero llamar a nuestra zona). Buenos contenidos y buena calidad ya los has probado. Muchas gracias de nuevo por tu aportación,
Precisamente hoy, ya 13 de septiembre, se cumplen seis años de la muerte de Diego Jesús Jiménez. Sirva pues el poema que has traído a este magnífico Blog, Ignacio, como merecido homenaje. Yo creo que nunca, nadie, ha escrito poemas a los ríos tan hemosos y profundos como los que dedica Diego Jesús al Júcar y al Escabas.
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