Recién terminada la Guerra Civil Española, la moza a la que se dirige la poesía, como tantas otras personas serranas, tuvo que emigrar, en este caso a Madrid.
Ella sentía nostalgia de su Sierra y la persona firmante, soldado que había combatido en los frentes de Teruel y Cuenca, conocedor y amante de la zona y con alma de poeta, le dedicó esta poesía, incluyendo en la misma un buen número de referencias geográficas que pueden hacer dudar del lugar concreto de origen de la moza, pero en absoluto de su comarca. El poema destila amor tanto a la moza como a la tierra que abandona.
La poesía se ha digitalizado del original, mecanografiado y corregido por el autor y conservado por la moza durante más de setenta años.
La moza, con bastantes más de ochenta, sigue casi tan lozana como en aquella época. La vida le separó del autor de la poesía que hoy superaría el siglo. Los sitios nombrados siguen allí y allá donde nace el Tajo se siguen elevando las miradas.
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